sábado, 15 de enero de 2011

Se llama Svetlana

Esta bomba de relojería de elocuentes protuberancias sentó sus reales en el palco del Vicente Calderón un 19 de septiembre de 1998 con motivo del duelo entre los locales y el Obilic de la primera ronda de la vieja Copa de la UEFA.
Horas antes del partido se paseó por las cercanías de su hotel acompañada por el madridista Pedja Mijatovic:
- «Nos ha deseado suerte, pero no se ha podido quedar porque tenía que viajar con su equipo».
La imponente pantera, siliconada hasta las cejas, fue capaz de congregar dos años después, en el Pequeño Maracaná de Belgrado a 80000 fanáticos que la vitorearon como la estrella turbo-folk que había sido antes de que en su vida se cruzara Zeljko Raznatovic, el temible y sanguinario Arkan.
Y es que detrás de ese rostro angelical y de esos neumáticos labios se escondía el rostro femenino de la limpieza étnica en la antigua Yugoslavia.
Su presencia a orillas del Manzanares aquella noche que casi clausuraba el verano del 98 fue debida a la imposiblidad de su marido para desplazarse con un equipo al que había rescatado de la segunda categoría y había hecho campeón de liga en un abrir y cerrar de ojos, o más bien en un abrir y cerrar de cartuchera.
Antes de eso, El Tigre Arkan, como le conocían, fue hincha del Estrella Roja de Belgrado y adoctrinando adecuadamente a sus Ultra Bad Boys formó un ejército clandestino que sacó la violencia del estadio para llevarse por delante a los croatas de Vukovar (1991) y a los musulmanes de Bijelina (1992) en nombre de Slobodan Milosevic y un Estado Etnicamente Puro.
Una ráfaga de ametralladora y un certero disparo en el ojo izquierdo terminaron con su vida a las puertas del Hotel Intercontinental de Belgrado el 15 de enero de 2000.
Murió con la misma violencia que había usado toda su vida.
No es de extrañar pues, que en aquel concierto de pura exaltación nacionalista, Ceca fuera aclamada con gritos de "Kosovo, Kosovo, Kosovo" o "Arkan, Arkan, Arkan" siniestro apodo con el que Zeljko Raznatovic pasaría a engordar la infame lista de criminales de guerra de nuestra historia más reciente.
Ella, la dulce Svetlana, la Viuda del Tigre de los Balcanes, caería en las garras de la justicia tres años más tarde acusada de abonar la tarifa del camionero que erró en el intentó asesinar a presidente Djindjic y de cobijar a los que más tarde harían diana en el primero de los yugoslavos.



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