A los nueve minutos de partido, el reemplazo de Etoó, Pius N´Diefi, hacía primer gol del partido que a la postre sería el definitivo y daría a los africanos el pase a la gran final.
El encuentro fue dirigido por el colegiado alemán Markus Merk que iba a expulsar a Bill Tchato en el minuto 69 tras una dura entrada sobre el ariete cafetero Elson Becerra.
Dos minutos después Marc Vivien Foé, dorsal 17 de Los Leones Indomables caía fulminado en mitad del terreno de juego. Elson Becerra acudió para asistirle hasta que fue retirado del terreno de juego en camilla y sustituído por Valery Mezague.
La trágica noticia del posterior fallecimiento de Foé empañaría en notable éxito conseguido por el equipo del teutón Winnie Schaffer.
A muchos kilómetros de allí, en el Stade de France de París, las lágrimas mojaron el rostro impenetrable de Thierry Henry durante la segunda semifinal disputada por los anfitriones y Turquía mientras unos y otros se fundían en el círculo central demostrando al mundo entero que el fútbol sí tiene sentimientos. En final entre Francia y Camerún la tribuna dejó una pancarta que estremecía de sólo mirarla:
"Un león nunca muere, sólo duerme".
Tres años después, un 9 de enero, Elson Becerra, el jugador que atendió de urgencia al malogrado Foé, era asesinado a tiros en un bar del puerto de Cartagena de Indias. Becerra, de vacaciones en su país, departía con unos amigos cuando uno de sus acompañantes se vio envuelto en una riña. Cuentan los que estaban allí que un desconocido se acercó al jugador y le disparó. El futbolista fue trasladado de inmediato a una clínica donde ingresó ya “sin signos vitales”. El amigo de Elson Becerra, identificado como Alexander Ríos Ballesteros, también murió poco después en otro centro médico.
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