jueves, 29 de octubre de 2009

La vida estaba siendo maravillosa


La expresión del tiki-taka con Julio Salinas quedará para siempre en la mitología del fútbol español, como también quedarán como inolvidables los apodos con los que bautizó a peloteros y canasteros de todo el panorama deportivo mundial.

Gracias a él recuperé la ilusión por sentarme delante de la tele un sábado por la noche a ver un partido de fútbol con el pie o fútbol de canastos como dicen Juan Luis y Guillermo de Gomaespuma.

Atrás quedaron aquellas soporíferas retransmisiones desde el estadio de El Sadar de Pamplona en La 2 de TVE con Paco Grande o Juan Carlos Rivero sentados en un taburete de los estudios de Torrespaña y durmiendo al personal con sus apreciaciones inocuas y sin sustancia.

Con él recuperamos parte de lo que perdimos en esos años se oscurantismo de la FORTA en Asturias y que volvieron gracias a Carlos Martínez y Michael Robinson en Canal Plus.

Con él volvió la magia del baloncesto que nos había hurtado el tirano Pedro Barthe y por lo menos yo volví a sentir la pasión por el juego que tuve en los tiempos del gran Siro López y la inigualable Antena 3 Radio con sus despliegues a cualquier hora del día en la antigua Copa de Europa de baloncesto.

Por eso esta nueva vida estaba siendo tan maravillosa.

Hasta ayer.

DESCANSA EN PAZ JUGÓN.

Tu no eres "El Diego"

Déjame que te diga algo Diego: tú sabes muy poco de táctica.

O más bien nada.

Y te preguntarás por qué.

Aguarda un momento y te lo cuento.

Es muy fácil.

Vestido con los calzones cortos el sistema eras tú.

Tú y diez más cualesquiera, no importaba el nombre ni la madre que los trajo al mundo.

Diez condenados que corrían lo suyo, y lo tuyo también, para acercarte rapidito la pelota y esperar la inspiración de esa izquierda maravillosa.

No te vaya a sentar mal,¿eh?.

Yo te lo digo con franqueza, porque quiero recordarte así, con la magia cosida a los pies, gambeteando, y detrás de cada gambeta un inglés rodando por los suelos.

No lo estropees y déjalo Diego, ahora que todavía estás a tiempo...

Por amor de D10S, o por amor propio, que viene a ser lo mismo...

Tragedia en el Monumental

Después de mostrarle al mundo entero la estrella en el partido del estadio Azteca, quedan pendientes para próximas fechas de la gira federativa las visitas al estadio Wembley de Londres (ni por asomo será lo mismo), al estadio Centenario de Montevideo y al majestuoso y sugerente cercado de Maracaná. Así completaremos el repóquer de coliseos imprescindibles que desde Santa Úrsula salta este miércoles al Estadio Monumental de Buenos Aires, la casa de Club Atlético River Plate, esa vieja herradura acostumbrada de forma casi perpetua a catar buenas tardes de fútbol.
El nivel de exigencia en el poliedro de Núñez es siempre elevado, porque sobre ese pasto deleitaron a la platea inolvidables como Bernabé Ferreyra, el mortero de Rufino, aquella Máquina sabiamente engranada por Labruna, Lostau, Moreno, Muñoz y Pederdena, el exquisito Omar Sívori, el aroma del Mariscal Roberto Perfumo, un diez de esos que sólo puede criarse en un potrero como Beto Alonso o un prestidigitador del tiento venido de la otra orilla como El Principito Enzo Francescoli.
Seguro que los nuestros dejan el listón casi tocando el cielo.
Pero la historia del Monumental no se escribe sólo a base de gambetas y vueltas olímpicas.
Porque a pesar de que allí los partidos de fútbol también duran reglamentariamente noventa minutos en dos partes iguales de cuarenta y cinco sin incluir el descuento, y también los hay que necesitan prolongación en forma de quince más quince, hubo otros que no terminaron nunca, como el celebrado en esta cancha el 23 de junio de 1968.
El súper clásico de Buenos Aires entre River y Boca terminó en un insulso empate sin goles y con una temperatura exigente de doce grados centígrados que invitaba a la concurrencia a volver a casa lo antes posible para seguir la jornada a través de los transistores.
Pero hubo algunos nunca volvieron.
Fueron setenta y uno, todos bosteros que bancaron por Boca, los que jamás pudieron atravesar la puerta 12.
Al intentar desalojar la tribuna alta Centenario, donde desde siempre se confina a los hinchas visitantes comenzaron las avalanchas. Y ahí fue donde se encontraron cara a cara con la muerte, entre el descanso de la primera planta y la calle Figueroa-Alcorta donde desaloja la 12, en medio de un túnel oscuro y resbaladizo con ochenta interminables escalones que fueron incapaces de superar.
Dicen que la policía a caballo reprimió con fuerza a las primeras unidades de la barra boquense que ganaron la calle entre consignas peronistas y tuvieron que retroceder; otros dicen que los molinetes estaban colocados; los más dicen que la puerta de acordeón estaba cerrada y con el cerrojo condenado. Lo cierto es que la media de edad de los muertos no superó los diecinueve y que los cánticos de unos taparon los lamentos de los que morían aplastados.
No hubo culpables de aquella tragedia y tampoco se recuerda a los fallecidos con placa alguna en el estadio millonario.
La puerta 12 ahora se llama Puerta L y está oculta por un caracol que sube a lo alto de la tribuna Centenario.
Todo esto y algo más es lo que cuenta el extraordinario documental del director argentino Pablo Tesoriere. Después de verlo uno se ve en la obligación de pararse un momento y reflexionar sobre el verdadero sentido del fútbol.
Por desgracia no fue la primera ni será la última tragedia en un recinto deportivo.
Por eso el miércoles, cuando Argentina y España ingresen en el hervidero, aquí estaremos recordando a los caídos en el Monumental.
No sólo de fútbol vive el hombre, aunque muchas veces lo parezca...

Don Quijote de La Mancha


Semifinal vuelta de la Champions League 2009

Ya lo había escrito Cervantes hace quinientos años:

"No son gigantes, son molinos".

"Son gigantes amigo Sancho, y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla."

Y allá se fue el Pequeño Quijote de Fuentealbilla (La Mancha) , quitándose ayer su vieja y desvencijada armadura para vestir con el "ocho" del Barça con la sana "intención de limpiar la ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagamunda, holgazanes y mal entretenida".

A sus pies amigo Andrés.

El banderín (a mi tío Frailín)


Hola a todos.

Mi nombre es Pablo y hasta hace unos meses era un banderín de córner del campo de fútbol de El Reguerón.

Y digo era, porque desde que la federación y el ayuntamiento decidieron que Cangas debía tener un campo de hierba sintética como los pueblos grandes, estoy al paro.
Yo soy un banderín de los de toda la vida:

palo de madera y tela barata , azul y roja , como los colores del Narcea.

Tengo pasado mucho frío en la esquina del rio, pero sé sufrir.

Eso me lo enseño mi abuelo, que de esto también sabía un rato.

El vio jugar a Juaqui el Soliso, y un día, sacando un córner le puso la mano encima.
Siempre estuvo orgulloso de eso.

También disfrutó mucho viendo jugar a Chichi y a todos aquellos chavales que se reunían en verano para jugar partidos y eran invencibles.

Sólo quería pediros un favor:

Si sabéis de algún campo de hierba natural en el que necesiten un buen banderín, dejarme mensaje aquí.

(Relato leído el viernes 24 de abril de 2008 en La Deporteca de Radio Marca)

Para escucharlo hay que avanzar el audio hasta el minuto 22:

El mudo, el manco y el cojo


Puede parecer que el encabezado de este artículo es el pie para el típico chiste recurrente, pero nada más lejos de la realidad.

Esta es la historia de algunos personajes que me han causado más admiración a lo largo de las ingentes decenas de partidos que he podido contemplar por televisión o acompañando a Electricidad Gelo y Panadería Penlés a cualquier recóndito lugar en el que se pudiera jugar al fútbol sala.

Porque han sido muchos los viajes, algunos interminables, muchas las alegrías y las desilusiones, pero también han sido muchos los amigos que he podido conocer gracias a este maravilloso juego, y son algunos de ellos los que tengo remachados en la memoria.

Después de todo, como dijo el Papa Juan Pablo II, de todas las cosas sin importancia que hay en el mundo, el fútbol es la más importante.

Julio Vior Rebollar fue un jugador de futbito de lo mejor que ha dado Asturias desde siempre.

La primera vez que le vi fue en el palacio de los deporte de La Guía de Gijón, en la margen derecha del rio Piles.

Militaba entonces en el Gijón La Nuechi, equipo que ese año paraba por la División de Plata, creo que era la temporada 94/95.

Al terminar nuestro partido en una pista anexa, pasamos a la tribuna a ver los lances de aquellos ilusionistas.

Recuerdo a Julio saliendo en contraataque con los dos equipos parados y el colegiado haciendo sonar su pito sin cesar.

Así una vez y otra, hasta que los veteranos me contaron que Julio era sordomudo.

Era un tipo con un juego exquisito al que luego nos tocó sufrir durante varias temporadas en Nacional B con El Pinal , El Llano y otros equipos de Gijón.

Fueron aquellas batallas inolvidables.

Aarón Núñez Cacao es otro de estos meritorios del balón pequeño.

Cuando jugaba en el Clipeus Nazareno pude ver un partido suyo en la emisión por satélite de Canal Sur.

Me quedé con los ojos como platos al ver la facilidad con la que se iba de los rivales cada vez que recibía cerca de la posición de pivote.

Parecía frágil y daba la sensación que los contrarios le dejaban pasar para no lastimarlo.

Cuando alzó los brazos para celebrar un gol me di cuenta de algo inimaginable.

Al Mago de la calle Feria le faltaba el apéndice izquierdo, pero aún así dejó un par de tarjetas de visita de esas que entregan sólo los mejor dotados para este deporte.

Pero fue en Cangas del Narcea, en nuestro poli municipal, donde fui testigo de un ejemplo de superación poco menos que extraordinario.

En la semifinal del torneo juvenil apareció por la pista azul un chaval que dejó boquiabierta a la repleta grada de El Reguerón.

No recuerdo su nombre, pero sí que venía con el Sporting Jiennense y que corría por el campo como desencajado.

Parecía que se iba a quebrar en cualquier momento, pero la primera bola que le llegó a la altura del medio campo la coló por la escuadra del equipo rival.

El chico, que jugaba con el ocho, tenía la pierna derecha unos diez centímetros más corta que la zurda, pero a pesar de su tez oscura, parecía un ángel vestido de corto.

Nunca más supe de aquel muchacho, pero si algún día, en cualquier cancha del mundo, alguien se lo encuentra, como diría la cortinilla del Equipo A, tal vez pueda contratarlo.

http://ppfutbolsala.onlinewebshop.net/relatos.html

Pepe “El Brujo” y las profecías del deporte rey


Parece que el frikismo más cañí ha entrado de lleno en el deporte rey y amenaza con quedarse una temporadita.

Llevo unos días viendo de forma insistente a un personaje pintoresco apareciendo de forma reiterativa en los todos medios deportivos jurando y perjurando sin ruborizarse una pizca que la lesión de Cristiano Ronaldo es obra de un ritual de brujería que le ha sido encargado por sabe Dios quién.

Se llama Pepe el Brujo y afirma que el estacazo del número ocho del Marsella en el partido de la primera fase de la Copa de Europa disputado en el Bernabéu hace unos pocas fechas es sólo el principio de una retahíla de contratiempos que a la larga darán con la retirada de los terrenos de juego del virguero de Madeira.

Esta historia tan esperpéntica no hace más que aumentar la leyenda de un deporte salpicado de creencias y supersticiones a lo largo de sus más de cien años de historia.

Yo, como barcelonista hasta las trancas que soy, oí hablar desde muy pequeño de un embrujo que perseguía al Barcelona en la máxima competición continental de clubes.

Hay que remontarse al año sesenta y uno para encontrar el origen de esa maldición.

En el estadio Wankdorff de Berna, el Barςa , que había sacado por primera vez de Europa al Real Madrid, disputaba su primera final de la Copa de Europa ante el Benfica dirigido por Béla Guttman y un jovencísimo Eusebio.

El equipo catalán contaba con un plantel de lujo, capitaneado por Luis Suárez (Balón de Oro ese año) y los húngaros Cabecita de Oro Kocsis y Pájaro Loco Czibor, pero no pudo alzar el trofeo a pesar de haber lanzado cuatro balones a los postes cuadrados del estadio suizo.

Ese partido lo perdió el Barcelona por tres goles a dos, el mismo resultado con el que la Hungría de Puskas, Kocsis y Czibor había perdido la Copa del Mundo de 1954 ante Alemania en ese mismo estadio.

Los dos magiares del Barca, que habían sido goleadores ante Alemania y lo serían ante el Benfica aquella tarde, sabían que ese partido no estaba escrito para ellos, más después de saber que les había sido asignado el mismo vestuario en el que lloraron que el día de la fatídica final mundialista.

Veinticinco años después, los blaugranas cayeron en Sevilla ante el Steaua de Bucarest tras fallar cuatro tiros en la tanda de penaltis en lo que desde entonces se conoce en el imaginario blaugrana como la maldición de Duckadan.

Por suerte el embrujo sólo duró seis años más, hasta que Alexanco levantó la copa en Londres en el mítico escenario de Wembley.

Un año después de la final de Berna, el Benfica, de nuevo con Guttman y Eusebio se llevó por delante al Real Madrid de Puskas tras lo cual el técnico de origen judío fue cesado por desavenencias con la directiva benfiquista.

Ya tenía rango de estrella, como antes la había tenido como futbolista de altísimo calibre.

Formó el mítico equipo del Hakoah que asombró a la Europa de entreguerras cuando derrotaron al todopoderoso West Ham United en Londres por cinco goles a cero.

Después de colgar las botas dirigió al no menos legendario Honved de Budapest, de Czibor, Kocsis y Puskas, y fue precisamente por culpa de este último, por lo que se vio obligado a abandonar la máquina magiar y empezar un ir y venir por equipos de medio mundo que le llevaron a Portugal el 1958.

Primero dirigió al Oporto, con el que salió campeón y de ahí pasó al eterno rival, donde lo primero que pidió fue el pase de un joven de color del Sporting de Maputo, que no era otro que Eusebio, La Pantera de Mozambique.

Después de su cese Guttman profetizó: "Sin mí el Benfica no volverá a ganar un título continental".

Y las "Águilas" cayeron ese mismo año en la Intercontinental ante el Santos de Pelé, y al año siguiente en Wembley ante el Milan, y tres años más tarde ante el Inter de Luis Suárez, y cuatro años después otra vez en Wembley ante el Milán, y contra el PSV y definitivamente otra vez ante el Milan el Prater vienés.

Allí, a esa ciudad, en la que se encuentran enterrados los restos de Guttman, acudieron los directivos lisboetas a rezar antes de la final ante el equipo italiano.

Pero no pudieron con el hechizo del Mago de Budapest.

Así que bien harían también los directivos del Real en poner unas cuantas velas a los santos protectores para que no se cumplan las profecías del brujo de Antequera, porque sin ir más lejos CR9 cayó definitivamente de baja en un partido que Portugal jugaba como local en el Estadio Da Luz, propiedad del Benfica de Lisboa ante la selección de Hungría.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Hicimos el ridículo

En aquel torneo de Campo del Río hicimos el ridículo, lo sé.

Y al final nos portamos como unos auténticos muertos, también lo reconozco, pero que quieres, no habíamos tenido tiempo para prepararnos bien.

Íbamos con lo puesto y por no tener, no teníamos ni camisetas para salir aseados al campo.

A mí que tocó dirigirlos y juro que hice todo lo que estuvo en mi mano, pero aquel primer gol me mató.

El Guti era buen portero, nadie se lo discutió jamás, pero en aquella no estuvo muy afortunado que se diga.

¿Cómo se le pudo ocurrir colocar a los muchachos de la barrera cubriendo la madera del otro costado?

Y otra más, ¿por qué cojones se plantó ahí detrás y le dejó meta franca al tirador para colarla por su poste?

No sé, todavía no me lo explico pero por allí terminó entrando la bola y fue el principio del fin.

Lo maldije con madre y todo pero ya estaba dentro y había que seguir peleando.

Le tenía fe a Oliver, el mejor que llevamos, pero desde el pitido inicial se enfrascó en peleas con todo el que pasaba por su lado y se salió del partido.

Todos le buscaban a él y admito que ahí me equivoqué.

Los otros también lo sabían y no tuve respuesta para el cuerpo a cuerpo que le pusieron los otros.

No recibía cómodo y se enfadaba consigo mismo y con el mundo.

Yo le decía que tuviera calma, que llegaría la nuestra, que éramos mejores, pero no me hizo caso.

Tal vez lo mejor hubiera sido sentarlo un rato a mi lado, pero joder, era el mejor y estábamos perdiendo.

Falló siete tiros sin barrera y ninguno lo arrimó siquiera a los tres palos.

Estaba ido y con él todo el equipo.

En el octavo tiro libre lo probó Jona y lo puso arriba donde las arañas.

En esa también estuve lento, pero la tensión del partido me tenía atenazado.

Tenía que haberle dado a él la oportunidad de pataer antes y quizás podríamos haber apretado el resultado.

Fue lo único bueno que hizo, porque se quedó sin aire en la segunda carrera.

Nos había costado un mundo meterlo en los calzones cortos y me duró un suspiro.

Como Julito el gitano, al también le tuvimos que aplicar oxígeno al poco de empezar.

Estaba pasado de kilos, pero que muy pasado, y parecía un elefante moviéndose en aquel patatal.

Ya sé que era una sombra, pero tenía que mantenerlo dentro por cojones, por si enganchaba alguna cerca del pivote.

Tú sabes como yo que en esa posición se giraba como pocos.

Pensaba que en aquella zurda tenía que quedar todavía algo de sutileza, pero resultó estar más seca que el coño de una vieja.

No tenía recambios, bueno sí que tenía, pero mirar al banquillo me causaba un dolor terrible.

Mandé calentar a Eliseo porque el equipo se me estaba quedando sin aire.

No me lo perdonaré jamás.

Hizo un saque de banda y lo volví a sentar en el banco.

Me porté como un hijo de puta con él, ya lo sé, pero aquello no era un futbolista joder.

¿Y Peti? A Peti lo tuve que poner algunos minutos cuando ya estaba todo perdido.

Teníamos que participar todos y él tuvo la suya casi al final.

Hizo dos bicicletas a una velocidad tan lenta que el mundo se paró para esperarlo.

¡¡¡Madre mía¡¡¡. Tenías que haberlo visto.

Juro que en toda mi vida había visto un regate tan espantoso.

¿Qué quieres?

El chaval calzaba un cuarenta y siete y hacía lo que podía.

Al menos fue honrado consigo mismo.

No como Jano, que nos dejó con uno menos porque había quedado con la chavala y tenía prisa.

¡Mierda de compromiso¡ pensé , pero qué cojones, si ya no había nada que hacer.

Nos había dejado con el culo al aire una pandilla de perdedores que al final no pasaron de cuartos.

Jano por lo menos se había desahogado dándoles hasta en el cielo de la boca.

Tienes razón, ya lo sé, que lo hicimos muy mal, que hay que ser más honestos, pero nosotros fuimos allí como un grupo de mercenarios, a ver lo que salía.

De todas maneras, tú sabes que ese torneo siempre fue una puta mierda, ¿o no?.

jueves, 8 de octubre de 2009

Ahora que me acuerdo...

Resulta que hace un par de semanas, Diego Armando Maradona, que en España jugó en el Barcelona después de ser campeón del mundo juvenil con Argentina, empezó a colocar los clavos en el ataúd de la albiceleste tras caer en el Gigante de Arroyito, el estadio de los canallas de Rosario Central, ante la selección brasileña por un gol a tres.

En aquel partido participó Lionel Messi, que ahora es jugador del Barcelona y antes fue campeón del mundo juvenil como Diego, pero que nunca defendió los colores de los canallas de Central a pesar de haber nacido en Rosario.

Leo formó parte de un equipo de Newell´s Old Boys, el otro equipo de La Ciudad de la Bandera, que fue conocido como La Máquina 87, porque aquel año los leprosos, como se conoce a Ñuls, arrasaron en todos los campeonatos inferiores en los que tomaron parte.

Con once años fue a probar en River, el equipo millonario, conocido así desde que cambiaron la cancha de la Dársena Sud por otra en la aristocrática avenida Alvear y Tagle, pero lo rechazaron por no pagarle un tratamiento de 900 dólares mensuales y se vino a España de la mano de Charly Rexach, donde hace poco ha conseguido un contrato millonario que le llenará de plata los bolsillos de por vida.

En River Plate también jugó Don Alfredo Di Stéfano, hasta que junto a Pedernera, otro monstruo de la época, rompieron unilateralmente sus contratos para irse a Colombia a enrolarse en el equipo más poderoso del país, que curiosamente entonces era los Millonarios de Bogotá.

A ese equipo fue al que le compró el pase de La Saeta Rubia el Real Madrid pasándose por ahí la sentencia de la FIFA otorgándole la razón al Fútbol Club Barcelona, que se había puesto de acuerdo con River, propietario legítimo de los derechos de aquellos jugadores que habían desertado por su cuenta y riesgo.

Jugando en Colombia, Di Stéfano coincidió con Ernesto "Che" Guevara, que también era nacido en Rosario de Santa Fe, como Leo Messi, pero hincha de los canallas.

Fue en el transcurso de unos de sus célebres viajes en motocicleta por América junto a su amigo Alberto Granados, en el que trabajaron curando leprosos de verdad, no de Newell´s, y fueron contratados como entrenadores de un equipo de fútbol que resultó ser tan malo que se vieron obligados a ponerse el calzón corto.

Ernesto de portero, para tener cerca el inhalador por si aparecía el asma, y Alberto de punta.

No les fue mal del todo, porque incluso a Alberto Granados le pusieron el apodo de Pedernerita, por su parecido con el compañero de Don Alfredo en el equipo de La Plata.

Al volver a Argentina, el comandante "Che" Guevara se licenció en Medicina.

Corría el año 1953, el mismo año que Fidel Castro empezó a asomar la cabeza con el asalto al cuartel de Moncada, y el mismo año que Di Stefano emprendió su viaje más célebre, el viaje para firmar su nuevo contrato con el Fútbol Club Barcelona.

Pero ahí apareció la mano de otro militar, la del General Moscardó, que se levantó militarmente en el 36 contra el gobierno de la Segunda República, y que en aquellos días ejercía como presidente de la Delegación Nacional de Deporte.

La decisión del Jefe del Alcázar de Toledo fue salomónica: dos años al Barcelona y dos al Madrid.

Enrique Martí Carretó, presidente del equipo catalán, no pasó por el aro y el Genio fue a parar a Chamartín, donde ganaría la primera Copa de Europa en la temporada 1955-1956, el mismo año en el que nos dejó para siempre el General José Moscardó, y también el año en el que el comandante Castro planeó la sublevación militar contra la dictadura de Fulgencio Batista que culminaría gracias a la colaboración inestimable de Ernesto Guevara el 1 de enero de 1959 con un memorable discurso desde el balcón del ayuntamiento de Santiago de Cuba, ciudad hermanada con la argentina Rosario de Santa Fe.

Pero resulta que ahí no acaba la cosa, porque muchos años después de que triunfara La Revolución, Maradona fue acogido como bandera por Fidel Castro en La Habana después de haber sido apartado de los terrenos de juego por la FIFA al dar positivo en el Mundial de Estados Unidos con sustancias prohíbidas de esas que se cultivan en Colombia, y que dan millonadas a los cárteles contra los que lucha la DEA, que viene de Estados Unidos, que por otra parte mantiene bloqueada desde hace no sé cuánto a la pequeña isla caribeña.

Joder, que lío.

Chichi, nuestro primer galáctico

Stanley Matthews
Sir Stanley Matthews
Ceferino Arias Arce (1912-2007), el ejemplo a seguir

El otro día cayó en mis manos un artículo interesantísimo sobre Sir Stanley Matthews, el primer jugador de fútbol en ser galardonado con el "Balón de Oro" que otorga la revista France Football desde 1956.

Lo hizo con 41 años, y esa longevidad fue la que caracterizó durante toda su vida a Sir Stanley.

Hijo de un barbero, cuenta la leyenda que cuando nació a su madre le dijeron que había traído al mundo un "wing derecho", pues fue en la posición de 7 en la que sentó cátedra el futbolista inglés durante los treinta y cuatro años que saltó al césped vestido de corto.

Colgó las botas a los 51 años de edad, después de jugar la friolera de 1422 partidos oficiales y nunca fue amonestado, por lo que fue nombrado Sir por la reina de Inglaterra en 1965.

Sin embargo, el artículo tenía un error imperdonable, ya que en el título afirmaba que había sido el jugador más longevo del mundo.

Se ve que la persona que escribió la nota nunca había oído hablar de Ceferino Arias Arce, conocido en el mundo del balompié como Chichi Carvajal.

Chichi dejó el fútbol jugando en la SD Narcea a los 56 años compartiendo vestuario con su hijo Luis, después de haber jugado en el Sporting, el Deportivo de La Coruña, el Stadium de Avilés, el Luarca, el Praviano, la Cultural Leonesa, pero sobre todo el Real Oviedo, con el que consiguió el ascenso a Primera División.

Al equipo de la capital llegó en 1932, cuando el Cangas del Narcea se proclamó Campeón del Occidente de Asturias, tras vencer por dos goles a uno al Trevias.

Esa gesta no pasó desapercibida para la prensa capitalina, y el Oviedo organizó pruebas para alistar a las nuevas promesa del fútbol asturiano.

Así lo contaba La Maniega en el número 41:

“Un futbolista que promete”

Habiéndose dicho en algún periódico de Oviedo que en Cangas del Narcea había algún jugador de gran porvenir, el Oviedo, con objeto de cubrir vacantes, abrió concurso provincial para tal fin.

Fueron llamados a la liza los jóvenes cangueses José Blanco y Ceferino Arias "Chichi", quienes brillantemente vencieron en la prueba; mas José Blanco, por no abandonar sus intereses en Cangas, no se incorporó al once ovetense, haciéndolo sólo Ceferino Arias, quien desde octubre se halla en la capital de Don Fruela, en donde es admirado por los aficionados y profesionales del balón.


Lo dicho, un GALÁCTICO con MAYÚSCULAS.