Ramón Marsal Ribó fue un fino estilista que ocupó la posición de interior derecho en el Real Madrid de 1955 a 1958. En ese tiempo ganó tres Copas de Europa compartiendo equipo con Puskas, Kopa, Rial y Di Stéfano. Y no consiguió más títulos porque jugando ante el Celta de Vigo en su tercera temporada de blanco, pisó una pelota saliendo de una de sus filigranas y se hizo añicos las rodilla. Entonces la cirujía de los cruzados no estaba tan avanzada como ahora y el desgraciado percance le obligó colgar prematuramente las botas en el fútbol de alto nivel.
Sin embargo Marsal es recordado por los goles que facturaba, todos de bellísima ejecución, como el que le anotó al Athetic Club de Bilbao en el estadio de Chamartín el 17 de noviembre de 1957.
En la página web del Real Madrid hablan de ese tanto como el del "el gol del minuto largo", porque según las crónicas de la época, eso fue lo que duró la cabalgada del jugador madridista. Así lo contaba Alfredo Di Stéfano en El País el 22 de enero de 2007, la fecha en que "El Nene" dejó este mundo:
"Arrancó de derecha a izquierda e hizo un gol extraordinario. Dejó un tendal en el suelo. Un tendal de gente, como si se cayera la ropa que estaba colgada, igual. Total que ganamos por 6-0 y no se hablaba más que del gol de Marsal".
Más impactante resulta incluso el relato de Carmelo Cedrún, el arquero de los leones aquella tarde y que sufrió y vivió en primera persona el mágico gol:
"Se fue de Etura, de Garay, de Orúe, de Canito. Todos mis compañeros fueron al suelo y se le quedaron mirando. Lo hizo a una velocidad increíble. Parecía que tenía chicle en la bota. Llevaba el balón pegado. Vino hacia mi y me dribló dos o tres veces, cosa que era imposible. Yo pegaba. Yo iba duro. Era muy difícil. En medio metro yo era muy rápido y no me pasaban, tenía una habilidad bárbara. Pero esta vez no pude cogerle. Vino hacia mi y me amagó hacia la esquina. La portería le quedó descubierta, desde un costado, le pudo pegar con la zurda. Pero no tiró sino que me volvió a driblar hacia adentro. Le solté una patada pero no le cogí. Entonces remató a la escuadra. Fue un golazo. Más que una obra de arte".
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