martes, 1 de junio de 2010

Un tango un tanto desafinado

El mismo día 2 de junio de 1978 que al otro lado del charco sonaron los primeros y desafinados acordes del gran tango que supuso la Copa del Mundo de Argentina, en nuestro país fallecía Don Santiago Bernabéu de Yeste, jugador de fútbol, cabo del ejército de Franco durante la Guerra Civil, licenciado en derecho, funcionario del Ministerio de Hacienda, pero sobre todas las cosas el mejor presidente de la historia del Real de Madrid.

Esa fecha arrancó allende los mares con un insulso empate a cero goles en el inaugural disputado por Alemania y Polonia en el Monumental de Núñez y como suele ocurrir en estos acontecimientos el marcador no funcionó correctamente.

La selección española dirigida por Ladislao Kubala debutaría unos días después con derrota ante Austria por 1-2 y precisamente el combinado nacional es el que nos deja la mejor de las anécdotas de Don Santiago, más allá de sus deslices con la bragueta.

Ocurrió el 18 de febrero de 1922 cuando España visitó Lisboa para devolver a los lusitanos la visita del año anterior a Madrid.

En la expedición viajaba el por entonces jugador del Real Madrid que vistió por primera y única vez la zamarra nacional, aunque no llegó a ingresar en el terreno de juego.

En aquella época no estaban permitidas aún las sustituc¡ones.

En la edición de El Mundo Deportivo de lunes 19 de febrero se hacía la siguiente apreciación respecto a los once elegidos para resolver el litigio:

"Durante los últimos días de la semana pasada, todos los aficionados españoles se deshacían en conjeturas acerca de la definitiva constitución que se iba a dar a nuestro once. Nosotros apuntamos como probable un equipo en nuestra edición del viernes que es el que en definitiva ha jugado. Pero ello no ha sido sino después de muchas dudas y de haber circulado los más encontrados rumores. Ello no ha sido hasta minutos antes del encuentro... ya que llegaron a vestirse Bernabéu y Corsino".

Al final, tras muchos dimes y diretes, el Stadium de Lisboa asistió a la victoria de España y despid¡ó alborozado a los nuestros que salieron en medio del entusiasmo general y de vivas a España y Portugal.

Eran otros tiempos, sin duda alguna...

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