El 30 de junio de 1991 las graderías del Estadio Da Luz de Lisboa se poblaron con 127.000 apasionados prestos para presenciar la coronación de una generación de jugadores portugueses destinada a marcar una época en el fútbol del pais vecino.
Nunca superaron ese escalón que va del niño al adulto y las grandes citas les dieron una y otra vez la espalda.
En juego aquella tarde estaba revalidar la corona conseguida dos años antes en la cita de Arabia Saudí.
A las 19:00 horas el colegiado argentino Francisco Oscar Lamolina dio la orden para que empezara a rodar el esférico en la final de la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA.
Enfrente de los anfitriones nada más y nada menos que el seleccionado brasileño comandado por Roberto Carlos y Rodrigo.
A pesar de lo que prometía la liza, el duelo final terminó con empate sin goles y el trofeo se decidió desde la tanda de penales donde por el equipo adiestrado entonces por Carlos Queiroz acertaron unos imberbes que respondían al grito de Luis Figo y Manuel Rui Costa.
El Balón de Oro Adidas al mejor jugador fue para el local Emilio Peixe, aunque la decisión de los electores no fue ni mucho menos fácil porque en aquella cita mundialista también estuvieron presentes Juan Eduardo Esnáider (ARG), Mauricio Pocchettino (ARG), Mauricio Pellegrino (ARG), Mark Bosnich (AUS), Giovane Elber (BRA), Andy Cole (ENG), Capucho (POR), Jorge Costa (POR), João Pinto (POR), Ismael Urzaiz (ESP), Alfonso Pérez Muñoz (ESP), Patrik Andersson (SWE), Dwight Yorke (TRI), Paolo Montero (URU)...
No hay comentarios:
Publicar un comentario