Luciano Re Cecconi fue un futbolista italiano que se asomó en el Foggia (1969-1972) antes de hacerse un hueco en la historia del S.S. Lazio (1972-1977). Era el típico mediocampista todoterreno de la época, con un disparo decente y una gran predisposición para el trabajo defensivo. Le conocían como el Ángel Rubio por su formidable cabellera de color limón. Formó al lado de Giorgio Chinaglia en aquel histórico conjunto lacial que se hizo con el Scudetto de la temporada 1973-1974 derrocando la tiranía instaurada en la época por los dos equipos de Turín.
La temporada 1975-1976 participó en una polémica eliminatoria de Copa de la UEFA donde se cruzó con el F.C. Barcelona de Johan Cruyff. El partido de ida no llegó a disputarse por incomparecencia de los italianos a los que el Comité Directivo les dio por perdido el duelo por un resultado de 0-3.
Sorprendentemente volaron a Barcelona para disputar la vuelta y en el aeropuerto de El Prat Re Cecconi saludó a los periodistas que le esperaban a pie de escalinata mostrándoles los cuatro dedos de su mano derecha: “Serán cuatro”.
Y es que el Rubio de Oro era un tipo simpático y además visionario. Acertó de pleno en su pronóstico, pues la noche en la que Cruyff recibió su tercer Balón de Oro, los biancocelesti salieron corneados cuatro veces del Nou Camp.
Pero esa chispa y esa alegría de vivir le iban a jugar una mala pasada dos años después en la capital de la República.
El 18 de enero de 1977 Re Cecconi entró con su compañero de equipo Ghedin en la joyería de Bruno Tabocchini, amigo común de ambos, situada en pleno centro de Roma. El joyero, que había sufrido varios atracos en un lapso de tiempo más bien corto, estaba de espaldas cuando las puertas de su establecimiento se abrieron de par en par. El carácter bromista del futbolista le hizo meter las manos en el bolsillo simulando un revólver para gritar acto seguido: “manos arriba, esto es un atraco”. El hombre, hastiado de tanto robo, se giró de inmediato empuñando una Walther 7.65 y reencarnándose por un instante en Jimmy Ringo, atravesó con un certero disparo el pecho del inoportuno bandido causándole la muerte en el acto.
El 4 de febrero de 1977 un tribunal romano exculpó al joyero. El jurado decidió que Tabocchini actuó en estado de legítima defensa real. El fiscal, Franco Marrone, había pedido para él la condena de tres años de prisión.
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