Antes de abordar el asunto de hoy quiero felicitar el cumpleaños a Gerard Piqué (1987), defensa central del F.C. Barcelona y a la cantante colombiana Shakira (1977), nacidos ambos un 2 de febrero como el de hoy.
Y cumplido el trámite, metamos el cuchillo en la mantequilla para contar el principio del fin del Atlético de Madrid, que de la mano de Jesús Gil firmó su acta de defunción recién coronada la cuesta de enero del año 1992, domingo para más señas y a la sazón Día de la Marmota en Estados Unidos.
La sorpresa de esa jornada, a parte del empate del Cádiz en el Bernabéu, fue la ocurrencia del ostentóreo presidente rojiblanco de dar de baja en la RFEF al equipo Juvenil A que militaba en División de Honor. Al mismo tiempo anunciaba para final de junio la desaparición de la sección de balonmano de la entidad, la que mayor gloria llevó a orillas del Manzanares y que entonces dirigía Juan de Dios Román. La idea era vender el equipo a Dorna que, según su idea, haría todo lo posible para que el beneficiario de la plaza fuera el Real Madrid. Enrique Cerezo (…queremos tu pescuezo), haciendo entonces ya las veces de lacayo al servicio de su amo, justificaba el desatino aludiendo a la poca afición que acudía a los partidos de domingo en el Magariños. Sólo un indocumentado que se jacta de renovar al Kun Agüero bajándole la cláusula de rescisión podía justificar de esa manera la destrucción de un equipo que contaba entonces con jugadores como Svensson, Claudio, Mateo Garralda, Marín, Hermida, Urdiales o el legendario Cecilio Alonso. Pero no acabó ahí la cosa. Dos días después, estos dos exterminadores que no ficharon a Klinsmann “porque perdía aceite” trasladaron la diana a los equipos infantiles.
Y entonces sí, eso ya fue el acabóse.
Lo que vino después, con Raúl levantando Orejonas de tres en tres, ya os lo habrán contado.
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