El Día de los Santos Inocentes de 1982, Paolo Rossi, el asesino silencioso, era coronado por la revista France Football como Mejor Futbolista Europeo del Año. Su extraordinaria y sorpresiva aportación en la conquista italiana de la Copa del Mundo de España decantó finalmente la balanza a favor del menudo ariete italiano que dejó los balones de plata y bronce para Alain Girese y Zbigniew Boniek.
Rossi difícilmente olvidará España y ese año 1982.
Dos años antes el mismo Rossi y otros 33 militantes en el fútbol transalpino eran absueltos por el bochornoso affaire del arreglo de partidos que dio con Milan y Lazio en la serie B y eso le permitió regresar justo a tiempo para ganar el Scudetto con la Juventus de Turín participando tan sólo tres partidos.
Con el único aval del seleccionador azzurro Enzo Bearzot empezó la fase final mundialista con el mismo tono gris que todo su equipo, pero avanzado el campeonato, y en la llamada final anticipada, volvió a la vida anotando tres dianas en el partido de segunda fase que les enfrentaba a Brasil. En semifinales le haría otro par a Polonia y culminaría su reencarnación futbolística con el primero de los tres que Italia le colocaría a Alemania Federal en aquella memorable final del Santiago Bernabéu.
Fueron tan sólo tres partidos, 270 minutos de gloria que yo estaba viendo por televisión.
También era un 11 de julio. ¿A que os recuerda esta fecha?
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