Pocas veces me ha costado tanto encontrar el pie para engarzar un artículo deportivo y todo por culpa del tremendo malestar que me provoca todo el rollo ese de la Operación Galgo.
Por eso he decidido abrir este blog de fútbol para hablar un ratito de atletismo, otro de esos deportes que me apasiona, lleno de héroes de carne y hueso, de marcas por superar, de gestas cargadas de épica, de triunfos memorables, de estrepitosos fracasos y de fechas que duran una eternidad en la memoria.
Hoy quiero contar lo que siento de la mejor manera posible para intentar rescatar del fango un montón de grandes recuerdos que no quiero que nadie me ensucie.
Voy a empezar por el principio a ver si puedo ir ligando algo comestible.
El martes vi en Teledeporte la redifusión del XXIX Cross Internacional de la Constitución celebrado el domingo en Alcobendas. La victoria fue para el keniano Joseph Ebuya, campeón del mundo en ejercicio, y el segundo puesto lo alcanzó el eritreo Teklemariam Medin, subcampeón del mundo. Todo un lujo para nuestro país, que en marzo acogerá el campeonato del mundo de campo a través a celebrar en Punta Umbría.
Sin embargo, lo más destacable para mí en Alcobendas fue la buena actuación de Alberto García, octavo en la clasificación final.
“¡Qué bueno ver a Alberto recuperado¡”, pensé para mí mientras recordaba con tristeza el día que tuve que descolgar su póster de la pared cuando lo cogieron en un doping positivo por EPO porque quiso ir más deprisa de lo que aconsejaban las piernas.
Bastaron dos o tres días para encontrarlo de nuevo metido en un marrón de dimensiones considerables y esta vez acompañado por Marta Domínguez, la novia de España.
Marta es también uno de esos iconos del tartán que tengo ahora mismo beatificados junto a la vallisoletana Mayte Martínez o la tarraconense Natalia Rodríguez.
Antes fueron otros: Mary Decker, Carl Lewis, José Luis González, Jackie Joyner-Kersee, Irina Privalova, Marlene Ottey, Patrik Sjöberg, Gabriela Szabo, Said Aouita, Hicham El Gerrouj, Haile Gebrselassie…
Todos, absolutamente todos, me han dejado algo para el recuerdo, y por eso me duele Marta, porque me niego a creer que los sueños que soñé con ella eran sólo una mentira.
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