El Mundo Deportivo - 25/08/2010Ayer estaba imprimiendo un recopilatorio de viñetas de Roberto Fontanarrosa agenciado de forma fraudulenta y mientras la copiadora escupía sin parar cuartillas tintadas me sorprendí en medio de un prólogo brutal que arranca así:
Se privatiza el campo donde ucranianos y nazis jugaron en 1942.
“La que yo digo era en blanco y negro, se llamaba “Match en el infierno” y la dieron hace mil años”.Se refiere el Negro a la época en la que siendo todavía un pibe acudía al cine Monumental a ver por lo menos dos pases de película diarios, la principal y la de complemento
Allí vio esta cinta húngara de principio de los sesenta que años más tarde revisaría a todo color John Huston en “Evasión o Victoria”.
Es precisamente este remake el que pone fuera de sus casillas a Fontanarrosa:
“Por supuesto, por respeto a la memoria de la primera, no fui a ver esta otra, máxime cuando me enteré que atajaba Sylvester Stallone. Me pareció bien que, en un film donde laburaban Ardiles y el negro Pelé, entre otros, lo mandaran al arco al troncazo de Rambo pero, así y todo, juré no volver al cine mientras atajara ese tipo”.En los dos casos la historia es la misma, a saber, los nazis desafiando a los prisioneros de un campo de concentración alemán a un duelo con pelota de por medio pero el desenlace de una y otra se parece como un huevo a una castaña:
“Sylvester es uno de los que no se aguantan esas cosas, como no se aguantó el final de “Primera sangre”, el atrapante librito de David Morrel, de donde sacó a John Rambo. En “Primera Sangre” el ex combatiente de Vietnam termina recagado a balazos, como muy lógico corolario para cualquier tipo que le pegue a la policía, mate a varios de ellos y, por si todo esto fuera poco, destruya un pueblo de punta a punta. Sylvester consideró que no era constructivo deprimir así a sus compatriotas y, en su película, si bien Rambo termina llorando como un mariquita, queda lo suficientemente vivo como para enfrentar los futuros riesgos de varias superproducciones más”.Queda claro que a Fontanarrosa la película americana le provocaba tremendos sarpullidos y por eso su libro, el que yo estaba pasado a edición en papel, se tituló “El fútbol es sagrado”.
Esta sentencia sale de la boca de la figura de los condenados cuando alguien sugiere huir en vez de jugar el partido:
"Y fue ahí, ahí mismo, cuando pronunció esa frase que para mí se inscribe entre los grandes speeches del cine mundial, comparable al discurso de Marlon Brando ante el cadáver de Julio César, o a los argumentos de Spencer Tracy en “Heredarás el Viento”. Jo agarró la pelota, la tiró para arriba, la durmió en el empeine cuando caía y dijo: ¡El fútbol es Sagrado!...Algo parecido, vestido con el tradicional patriotismo americano, ocurre en el medio tiempo de "Evasión o Victoria".
Lo trágico de todo esto es que ese enfrentamiento ocurrió de verdad y pasó a la historia como el partido de la muerte.
Se celebró un día 9 de mayo de 1942 en ese mismo estadio que hoy pasa a propiedad privada.
No seré yo quién desvele el remate, pero en "Los partidos del siglo" John Ludden le dedica el primer capítulo y como no podía ser de otra manera lo titula "La historia más grande jamás contada".
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