Cuando a Don Revie le ofrecieron ser director técnico en Leeds el pesimismo estaba enquistado en todos los rincones de aquella ciudad textil.
Corría el año 1961 y el primer diagnóstico del enfermo indicaba parada cardio-respiratoria y por eso tuvo que aplicarle de urgencia los electrodos para que sacarle los pies de la tercera categoría y devolverlo al mundo de los vivos en la segunda división.
Luego ese equipo instruido en la cátedra juego barriobajero encadenaría varios cursos de sobresaliente en los que se cobraron dos campeonatos de liga, una FA Cup, una Comunity, una Carling Cup y dos Copas de Ferias.
El Dirty Leeds se postuló entonces como la referencia futbolística de la época en las islas y se convirtió en un habitual en las luchas por todo lo que llevara aparejado el alzamiento de trofeo, aunque también probaron aquello de la miel en los labios: cinco veces fueron segundos en liga y le hicieron pasillo a los campeones en tres finales de FA Cup, una de Ferias, una Recopa y en la recordada final de Copa de Europa ante el Bayern del Kaiser después de eliminar en semifinales al Barça de Cruyff.
Recordado sobre todos es el pleito doméstico de la temporada 1971-1972 en el que Brian Clough, al mando de una cuadrilla de desahuciados, le birló con el Derby Country y por la humillante ventaja de un punto el campeonato nacional de liga.
Precisamente ese año los chicos de Revie se pasaron por España para satisfacer el afán recaudatorio de los ancianos dirigentes del fútbol continental, que decidieron de forma unilateral que ya iba siendo hora de exprimir la gallina de los huevos de oro para financiar con desahogo sus banquetes y sus labores.
Le cortaron pues el pescuezo a la Copa de Ciudades en Feria y para en funeral tuvieron la ocurrencia de apalabrar un duelo a las 20:45 horas en el Camp Nou entre el primer campeón, el FC Barcelona al mando entonces de Rinus Michels, y el postrero, el legendario Leeds United de Don Revie.
El que saliera triunfador se llevaría en propiedad la Copa Noel Beard.
Así que el 22 de septiembre de 1971 y a la hora pactada, unos y otros se pusieron los calzones cortos y la pechera de juego para pegarse por aquel rancio trozo de hojalata.
La baja de Miguel Reina en los locales hizo que Sadurní tuviera que ajustarse las manoplas para parar a Billy Bremmer y a la Jirafa Charlton, que con sus casi cuarenta castañas al lomo seguía dando guerra por esos campos de Dios.
A los seis minutos de juego un centro chut de Marcial es alojado en la meta de los whites por Dueñas haciendo el primero de los propietarios.
Sin tiempo para gritarlo Lorimer fusila a Sadurní que deja la pelona a merced de Jordan para ajustar nuevamente el resultado.
No hubo aire en estos primeros lances, pero luego el partido se trabó hasta poco antes del final.
Una pared entre Rexach y Marcial permitió a este último filtrar un pase profundo que Dueñas nuevamente envió a dormir al fondo del arco de Sprake.
Ya sólo quedaba que el presidente de la FIFA, Stanley Rouss, le concediera el honor al capitán Rifé de mostrar a la despoblada gradería del Camp Nou la pieza conquistada.
Seguramente los que faltaron no auguraban nada bueno aquella noche.
La aureola que traían tras de sí Revie y sus muchachos no invitaba para nada al optimismo.
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