viernes, 21 de agosto de 2009

Roma_Finale 2009


Miércoles 27 de mayo de 2009

Son las once de la mañana en el Aeródromo de Santiago del Monte, bautizado oficialmente como Aeropuerto de Asturias y conocido por el común de los mortales como Aeropuerto de Ranón, siempre y cuando el susodicho no pertenezca a la tripulación de cabina de Iberia claro, pues en pleno siglo XXI siguen refiriéndolo como Aeropuerto de Oviedo.
Se respira azul y grana en la terminal, mientras el personal del RACC va repartiendo las entradas y las tarjetas de embarque.
La primera toma de contacto hace que sienta un poco de vértigo y que incluso me tiemblen un poquito las piernas.
Todavía no me lo creo.
Me ocurre algo parecido a la sensación que tenía minutos antes del concierto del Boss en El Molinón.
Hasta que no lo vi aparecer en el video world y me pellizqué un par de veces no daba crédito a la visión tan extraordinaria que tenía delante.
Veo infinidad de bufandas y camisetas de todas las épocas, pero sobre todo caras de felicidad en el pasaje.
A lo lejos me topo con la mítica zamarra Meyba con el nueve de “El Brujo” a la espalda y otra con el diez de Diego Maradona que hacen que se cristalicen un poco los ojos.
Otra naranja de la final de Wembley y varias Kappa con aroma a Recopa.
¡Cuántos buenos recuerdos y cuánta historia¡
Para la ocasión escojo una bufanda que conseguí en un trueque con un tifosso del Milan en un torneo de San Mateo donde Capello se presentó con aquellos que nos pintaron la cara en Atenas el verano siguiente.
Allí estaban los Papin, Savicevic, Maldini, Tasotti, Costacurta, Lentini, Eranio, Bryan Laudrup..., que se fueron del viejo Tartiere con tres "chicharros" sin apenas despeinarse.
Es la tercera final para ella, y espero que me de suerte como en las dos ocasiones anteriores se la dio al amigo Giorgio.
Y no hay mejor "chamarra" para este día de gloria que el siete de Larsson, más que nada por las dos paredes que tiró en Saint Dennis que valieron la segunda orejuda y porque siempre me pareció un tipo muy honrado.
Unos posados para La Nueva España y declaraciones exclusivas en la Televisión del Principado hacen que nos sintamos importantes antes de partir.
"Pasajeros del vuelo 3390 de Air Slovakia con destino Roma Fiumicino, embarquen por la puerta 7".
Esos somos nosotros.
Allá vamos.
Apenas una hora de vuelo y el comandante saluda con un inglés de andar por casa para advertirnos que estamos sobrevolando la Ciudad Condal.
Ensanche, diagonales y paralelas en la “City” para una lección gratuita de urbanismo aéreo.
Casi estamos llegando.
Desde el aire no se ve el Olímpico, pero si la preciosa Roma envuelta en una ligera nebulosa.
Tomamos tierra en La Ciudad Eterna, esa custodiada por siete colinas y donde nació la dieta mediterránea.
La misma que hoy queremos que se convierta en nuestro pequeño "Teatro de los Sueños".
No será fácil.
Los caballeros de Sir Alex, los Diablos Rojos del ManU, también la quieren para ellos.
Pero hoy, más que nunca , hago mías las palabras que Julio César, uno de los grandes nombres que esta ciudad dejó para la historia, pronunció al pisar la Galia:
"Esta guerra la ganaremos por los pies".
Seguro que si hoy pudiera estar en el ovoide romano, al ver a Messi, Xavi o Iniesta, diría algo parecido.
Son casi las tres de la tarde y el calor es asfixiante.
Buscamos el Bus Asturias 2 que nos acerque al estadio.
Todos en una rigurosa fila india como buenos colegiales abandonamos la Terminal 5.
En medio de la espera nos topamos con dos invitados ilustres.
Son David y Jose, los Estopa, que tampoco se quieren perder esta cita con la historia.
Nos hacemos unas fotos con ellos para enseñárselas a los amigos y nos subimos al ómnibus.
En el centro de Roma, una policía municipal motorizada quiere participar de la fiesta.
Retiene el autocar en busca de sus quince minutos de gloria para después dirigirlo al lugar equivocado.
En el país de las Garelli, las Ducati y las Aprilia, resulta curioso ver a los guardias desplazándose en BMW.
“Nadie es profeta en su tierra”, pienso para mí.
En Lungo Tévere della Vitoria está el Parking del Barcelona, bastante alejado del centro de la ciudad y a unos quinientos metros del escenario de la final.
Muchos árboles para soportar los rigores del astro rey y también mucha suciedad y aceras desconchadas.
Me recuerda un poco a Sevilla.
Nos apeamos en busca de un refrigerio, pero hoy Roma es lo más parecido al Chicago de los años veinte y de Al Capone.
“La Ley Seca” impuesta por las autoridades sólo deja espacio para refrescos y botellines de agua helada.
Una marea humana camina hacia el recinto.
Las medidas de seguridad son extremas: policia municipal, carabinieri, guardia de finanza, seguridad privada …
Al fondo se ve la imponente cúpula tubular del Estadio Olímpico que cubre las arquibancadas desde el mundial de Italia 90.
Nuestro lugar está en la Curva Sud y accedemos por la puerta 21.
Me llaman la atención los enormes vomitorios, pero sobre todo me produce un intenso calambre la visión directa del tartán que acarició los pies desnudos de Abebe Bikila en la maratón de las Olimpiadas de 1960.
Estamos en el lugar donde se escribió una de las páginas más memorables del olimpismo moderno y donde hoy se pueden escribir las líneas más gloriosas del fútbol español.
Salta Samuel al campo con las manos en los bolsillos mientras en otro lado de la pradera el personal de la UEFA le da los últimos brochazos a la Copa de Europa.
Aparecen Valdés, Pinto y Juan Carlos Unzúe y a continuación el resto del equipo ovacionado por la curva blaugrana.
Me deja inquieto el corto calentamiento del Barςa.
Apenas quince minutos y falta casi medio hora para comenzar.
Los reds siguen apretando, mientras CR7 se gusta con la pelota para deleite de una afición un tanto apagada, no sé si porque temen al rival, o por la ausencia de “agua de fuego”.
El partido empieza con el de Madeira metiendo miedo.
Diez minutos nada más, los que tardan Yayá y Puyol en preparar el bocadillo para merendarse al portugués.
Luego la pelota se encontró con su amigo Andrés y ahí se acabó todo.El Chacal no perdona en la primera que tiene y fusila a Van der Sar para poner tierra de por medio.
Descanso, fotos, cánticos y vuelve la segunda entrega con el Apache Tévez en lugar de Anderson.
Al joven brasileño sólo le faltó pedir un taburete para sentarse en el círculo central a ver tocar el cuero a los minis del Barςa.
Esto sigue igual y llegan los primero olés.
Entran Scholes y Berbatov.
Más madera mientras Cristiano ni está ni se le espera.
Con el segundo me entra un cosquilleo por los pies que va subiendo poco a poco hasta provocar dos lágrimas de alegría.
No abrazamos, cantamos y damos gracias a Dios por estar aquí viviendo esto.
Ya la tenemos.
La tercera.
Sólo queda que el capitán alce al cielo el trofeo.
Ese cielo que arropó el mayor imperio de la antigüedad, recibe hoy los siete kilos y medio de plata que el Barςa se lleva de Roma.
Ahora nos toca esperar.
Es lo que tiene ganar.
De vuelta al parking me llega la última alegría de la noche.
Me parece ver a Juan Carlos Navarro, a Lubos Barton, a David Andersen, al denostado André Barret …
Me froto los ojos.
Sí , son ellos, pero ya no me queda espacio en la tarjeta de memoria.
A poco que las cosas discurran por un cauce normal, tendré ocasión de reencontrarme con ellos en el Buesa Arena.
Y nos vamos al aeropuerto.
Y nos volvemos a España.
Y somos tricampeones.
Copa, Liga y Champions.
Nos vemos en Mónaco.
Que pase el siguiente.

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