Si hay una persona a la que agradecer el fútbol que actualmente hilvana el F.C. Barcelona es a Marinus Michels, el preparador que plantó la semilla de la que años más tarde germinaría una filosofía sin parangón en el panorama futbolístico mundial. Míster Mármol falleció a los 77 años en el hospital de Alost (Bélgica) un 3 de marzo de 2005 después de las complicaciones surgidas tras una operación de by-pass a la que fue sometido días antes.
El padre del fútbol total fue subcampeón mundial en Alemania 74 con La Naranja Mecánica pese a las maravillas de los Suurbier, Krol, Neeskens, Haan, Jansen, Rensenbrink, Rep, Van Hanegem o Cruyff.
La venganza ante los alemanes se la serviría bien fría en la Euro 88 dirigiendo a otra generación sublime encabezada por Rijkaard, Koeman, Gullit y Van Basten.
En España El General es recordado por la obra maestra que su Barςa expuso un 17 de febrero de 1974 en el Santiago Bernabéu, un irrepetible 0-5 que culminaría unas fechas más adelante con el título del Campeonato Nacional de Liga (1973-1974).
Como buen delantero que fue el ataque se convirtió en su gran pasión desde que una hernia le apartó de los terrenos de juego. Su vanguardista 1-4-3-3 (el mismo sistema que ahora utiliza Guardiola), en el que todos atacaban y todos defendían, premiaba la inteligencia posicional de los jugadores y permitía una presión ordenada por todo el campo. A partir de ahí la pelota era la que hablaba y la calidad individual la que ponía la guinda a un pastel muy apetecible.
Su fama de duro e intransigente en los entrenamientos no era tal. Johan Cruyff, su protegido y principal discípulo en los banquillos, decía que “cuando las cosas empezaban a funcionar y a salir como quería siempre levantaba un poco la mano y daba algo más de libertad a los jugadores. Su fama de duro era excesiva. Sin embargo, nadie pagó más multas que yo con 17 ó 18 años. Como jugador y entrenador nadie me enseñó más que él en toda mi vida”.
Precisamente El Flaco, que también sufrió varios sustos a cuenta del corazón por su adicción al tabaco, fue el protagonista de una anécdota curiosa antes del Mundial de Alemania. Entonces ya fumaba dos cajetillas diarias y al técnico le preocupaba esta cuestión. Le pidió a Johan un esfuerzo y éste se descolgó así de pancho: “Está bien, en los días del Mundial sólo voy a fumar una cajetilla por día”.
Como homenaje a este revolucionario del fútbol va el golazo imposible que Marco Van Basten le coló a Rinat Dassaev de la URSS en la final de la Euro-88. Aquello fue un duelo de ajedrez sobre el tapete del Olímpico de Munich entres dos verdaderos estrategas: Rinus Michels y Valery Lobanovsky.
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