lunes, 15 de noviembre de 2010

Historias de salón (V): Mestas y el cerrojazo

Vuelve David a este blog para deleitarnos con otra de sus historias de salón, y esta vez nos recuerda a un ilustre futsalero cangués: Pepe Mestas.
El fútbol sala se parece un poco al fútbol. Se juega en una cancha rectangular pero más pequeña. Hay portero y jugadores... pero menos. Se juega sobre todo con el pie pero con un balón más pequeño. Hay menos espectadores. El tiempo es más corto. Las porterías más pequeñas. Para compensar tanta escasez hay más árbitros. Incluso lo de los árbitros tiene su lógica dentro de este mundo pequeño dado que la esencia de este deporte es la velocidad de ejecución que suele ir unida a la precisión, a la movilidad, a la rápida toma de decisiones. Lo reducido del espacio exige el movimiento continuo e inteligente para encontrar espacios.
Dos virtudes indisociables son el movimiento y la inteligencia en la parte de la misma que se ocupa de analizar los espacios, la visión global y el manejar de forma simultánea distintas opciones. No es suficiente correr sin control. Si las cosas no se hacen con un análisis inteligente la rapidez no es suficiente.
Mestas, que jugó varios años en nuestro equipo, lo describió maravillosamente en una de sus frases geniales.
Jugábamos una final de un torneo de 24 horas y, entre el resultado que nos era favorable y la posibilidad de ganar un buen premio, el entrenador se resistía a hacer cambios ante lo que él con su socarronería habitual le preguntó si no tenía pensado darle algún minuto. La respuesta fue que los contrarios corrían mucho y tal vez él no estuviera muy rápido. La réplica fue fulminante:
“También corren los corzos pero páranlos las balas”.
Cuanto más difícil la solución más necesario se hace agudizar el ingenio y por eso los organizadores del juego, los que ven los espacios, son tan deseados y necesarios. No obstante, las posibilidades estratégicas son muchas.
En el caso de nuestro equipo, y por influencia de Gonzalo en su primera etapa, optamos por la de la defensa y el contragolpe. Esas fueron nuestras señas de identidad. Por ellas fuimos reconocidos y criticados por los equipos que en su mayoría pretendían jugar con un juego de ataque más elaborado. Todo vale si se hace bien y nosotros llegamos a ser muy difíciles de desbordar y, en algunos momentos, nuestras contras eran de primer nivel por su velocidad y precisión. Recuerdo partidos contra el Urvisa que contaba en sus filas con jugadores que posteriormente jugaron en División de Honor y con Uría (ex-internacional con España en fútbol, ex-Real Madrid, Sporting, Oviedo, etc).
Los partidos se resolvían por la mínima y, a veces, a favor nuestro, fundamentalmente por nuestro rigor táctico en defensa.
En ocasiones, la fijación por defender llevaba a situaciones jocosas. En un partido en la mítica cancha de Peritos, en Gijón, y en el que el resultado nos era favorable, Mestas recibió un balón en defensa y dado que el contrario no atacaba lo pisó y se quedó inmóvil. Miró hacia el banquillo. Gonzalo le dijo que tranquilo y él siguió pisándolo sin moverse. Transcurridos unos cuantos segundos el árbitro cobró falta. Todos acudimos raudos a preguntar por qué y la respuesta fue que habíamos incurrido en juego pasivo. Mestas, tranquilo como siempre, dijo:
“Ya me parecía a mí que no esto no valía”.
En realidad, Gonzalo había elaborado un sistema zonal de defensa muy trabajado y que requería no solamente entrenamiento sino ser capaz de asimilar conceptos que requieren un análisis inteligente del juego y de sus posibilidades en el espacio en el que se desarrolla. Era una trampa para el contrario, que se encontraba con la posibilidad de circular el balón con comodidad hasta que caían en una zona débil en la que lo perdían y sufrían una contra muy rápida dado que nosotros ya teníamos cada uno nuestro carril claramente marcado.
Muchos tal vez no lo sepan pero yo recuerdo pasar alguna tarde con Gonzalo dibujando la táctica en servilletas de un bar. Habrá quien piense que era sencillo pero no lo es salvo para quien entienda muy bien los conceptos que se manejan. Es decir, para quien “juegue bien”.
Para quienes no lo capten les quedará el recurso de ser individualmente brillantes pero no sabrán jugar a este juego. De ahí que la frase de Mestas y los corzos sea tan acertada.
En las charlas previas al partido y con la guasa que tenían algunos de los jugadores, le preguntábamos a Gonzalo:
“Hoy, ¿cómo jugamos”?.
Y él nos contestaba:
”Vamos a empezar “agazapaos”.
Todos lo entendíamos…
Y solíamos ganar.

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