martes, 11 de mayo de 2010

"El Boniato" Forlán

El martes se presenta la biografía autorizada de Diego Martín Forlán Corazo, apodado Cachavacha, Cacha y Canillita, con un título tan poco original como lleno de sentimiento: U-RU-GUA-YO.

Ya sabemos como se las gasta el sexo femenino de esta estirpe y a través de los goles del siete del Atleti vamos descendiendo poco a poco por el árbol genealógico de esta saga que tiene las raíces muy hundidas en la tierra de los campos de fútbol de los lejanos años treinta, cuando la selección oriental dominaba a su antojo el panorama balómpedico mundial.

Puede que esto salga en el libro que se presentará pasado mañana pero por si acaso... ahí va este delicioso ejercicio de historia a cargo de Don Pablo Forlán, El Boniato, gloria del Peñarol y padre del fusilero rojiblanco.


¿Quién le puso el apodo de El Boniato?

Cuando llegué al primer equipo de Peñarol, en el 66, me metieron en una pensión donde había muchos jugadores del interior. Con mi 1,85 era flaquito, y por ahí, el primer día que dormí, alguien me dijo: "¡Este parece un boniato!". Aun así, mi apodo real es 'Cacho'.

Fue usted un defensa derecho de renombre en su país.

Llegué a las inferiores de Peñarol en el 63 para jugar de cinco. Y en un año hice como 12 goles, al siguiente 10... Fue Máspoli quien me subió al primer equipo para ser suplente de un jugador con mucha mística en Uruguay, Néstor Gonçalvez, que jugó 15 años en Peñarol siendo campeón de todo. En ese camino se lesionó un lateral del equipo, jugué en el puesto y ahí me quedé.

¿Le enseñó algo su suegro, el abuelo materno de Diego (Forlán), en esa tarea de defensor?


¡Habla de Corazo! Integró la línea media famosa del Independiente de los años 30, Ferrí, Corazo y Armiñán, pero yo ya lo conocí como técnico. Él y Basile son los dos únicos que pueden presumir de haber ganado dos Copas América. Él salió vencedor en el 59 (Ecuador) y 67 (Montevideo). En esa última selección estuve yo. Diego terminó jugando en el equipo del abuelo, Independiente.

Jugó usted dos Mundiales y una previa, la del 70


Una previa porque entonces, para el del 70, ya estaba en el Sao Paulo y no se permitía repatriar jugadores. Fue el único título que me faltó. Fui campeón uruguayo, de Brasil, campeón del mundo y de América de clubes, de América de selecciones...

¿Cómo era aquel Peñarol que fue campeón de América y del mundo?

Aquel equipo empezaba por un gran portero, Maidana, y después apareció Mazurkiewicz, que para mí fue un monstruo. Debutó en un partido contra el Santos de Pelé, Coutinho, Pepe, Mengálvio y Dorval, donde ganamos 2-1. Ahí sacó de la escuadra un tiro alto de Coutinho y cayó al suelo con la pelota en una mano y empezó su leyenda.

Entiendo.
Y aquel Peñarol terminaba por Spencer, un goleador implacable tanto de cabeza como con el pie. Este ecuatoriano no tendría precio hoy. El Milán se lo quiso llevar y él dijo que no.

¿Estuvo a la altura de los mejores?

Una vez me encontré con Pelé en un hotel. Yo al Negro le vi hacer goles de todo tipo, incluidos los de Maradona, de arrancar de atrás y llevarse a cuatro o cinco. Pero ese día me dijo: "Pablo, cabeceando hubo uno mejor que yo: Spencer".

¿Cuántas veces jugó contra Pelé?

Muchísimas, y hubo muchas broncas. El Negro siempre fue de frente. Le pegabas y venía, ¡y era peligroso! Maradona, con el aprecio que le tengo, no era de reaccionar, y le pegaron toda la vida. Al Negro no, el Negro era malo.

¿Jugó ante Di Stéfano?

Sólo le vi jugar desde la grada. Era un jugador de toda la cancha, armaba, volvía, atacaba, hacía goles Algo parecido a Bobby Charlton.

¿Cuál fue el atacante que le dio a usted más problemas?

Marqué a Gento en el 66 en A Coruña en uno de mis primeros partidos. Era espectacular por su velocidad. Y luego Garrincha, que sólo tenía un amague, pero se lo hacía a todo el mundo porque le daban tres metros entre la posición y la raya. Y ahí morías. Había que mirarle la pelota. Garrincha, y no Pelé, ganó el Mundial de Chile.

¿Qué jugador le impresionó más en una faceta determinada?

El más grande pateador que yo vi fue Nelinho, del Cruzeiro. Ni Rivelino, ni Rocha, ni Roberto Carlos, ninguno le ataba los zapatos. El tiro predilecto de Nelinho era el de los tres dedos, y se lesionó de importancia el menisco precisamente por pegar muchas veces en el piso. La pelota subía la barrera y volcaba. Un día O Globo le hizo una propaganda, con una cámara en el estadio y otra fuera. Y con la pelota en la mano la sacaba de un pateo del Minerao.

¿Cómo recuerda el partido de desempate del 66 ante River en la Copa Libertadores?

Siempre festejamos más este partido que cuando le ganamos la Intercontinental al Madrid. Íbamos perdiendo 2-0 y nos calentamos

¿Por qué?

En esa época no se estilaba parar la pelota con el pecho para un portero. Y con el 2-0, después de un centro mío, remató Spencer y Carrizo hizo ¡plas!, y la dejó muerta con el pecho. Eso nos picó.

¿Sí?

El lío ya venía del partido anterior en Buenos Aires. Allí perdimos 3-2 y al llegar al Alviar, en el hotel estaban 150 personas gritándonos. Ni siquiera nos mandaron el autobús antes del partido, tuvimos que ir en taxis. No pudimos ni calentar, y volvíamos al hotel con la sangre hirviendo. Allí había gente esperándonos: "¡River, River!" Hubo piñazos, una pelea de una hora. Vino la policía y todo. ¡Menudo quilombo!

¿Y qué pasó?

Nos reunió el presidente Washington Catali a las dos de la mañana y nos dijo que íbamos a tener que pagar todos los desperfectos. Nos preguntó que cuándo queríamos jugar el desempate. Le dijimos: "¡A las ocho de la mañana, si se puede!". Teníamos ganas de revancha. Al final ganamos el desempate en el alargue, el tercer gol fue un centro mío. Ahí le tiraron a River las gallinas. Ahora es el equipo Gallina. Aquel equipo tenía a Onega, que murió en accidente, Matosa, Carrizo, Sáinz, Matosas, Solari, el padre de Santi, Sarnari

¿Y qué me dice de la Intercontinental que ganó al Madrid?

Fue un Madrid que tuvo que soportar muchas comparaciones. Pirri fue para mí un gran centrocampista. Era temperamental, agresivo, jugaba A mí me dicen Beckenbauer y yo digo Pirri. Luego Velázquez, un diez con clase. ¡Y Amancio! Un jugador espectacular. Y quedaba Gento. Salimos a ganar en Montevideo. Fue récord de entradas hasta el día de hoy (60.000 personas). Quedó gente afuera. En la vuelta volvimos a ganar 0-2.


El padre de Diego Forlán jugó como lateral derecho en el equipo de Peñarol más recordado de 1963 a 1970. Luego fue a Brasil: Sao Paulo (1970-76) y Cruzeiro (1977). Volvió a su país: Club Nacional (1978) y Defensor Sporting (1979-84). Ganó siete ligas uruguayas y tres campeonatos paulistas, pero será recordado por ganar la Copa Libertadores a River (1966) y luego la Intercontinental al Real Madrid (2-0 en Montevideo y 0-2 en Madrid, donde él no jugó).

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