domingo, 3 de octubre de 2010

Historias de salón (III): Defensa zonal

Hoy le cedo la pluma y la cuartilla desnuda a una persona que sabe un cuanto de esto del fútbol jugado entre cuatro paredes: David, siempre capitán, que a muchos os enseñó la lengua vernácula de William Shakespeare (yo cursaba en el 3º B de José Antonio) y a mí me ilustró en geometría los sábados por la tarde.
Fue con él con el que aprendí a trazar paralelas y diagonales y a diferenciar en la cabeza un rombo de un cuadrado.
Rescato este mensaje que dejó en el Foro de Panadería Penlés para agradecerle sus palabras primero y luego compartir su experiencia con vosotros en este espacio que es un poco de todos.
Él arrancó en aquel lejano año 85 y siguió dándole a la pelota hasta dejar al equipo en campeón y con la visa de la Nacional A en la taleguera.
Espero que no sea ésta la última Deivid, y que vuelvas pronto por aquí a contarnos esas batallitas de viejos rockeros, esos que nunca mueren porque las partituras bien interpretadas provocan desde siempre el aplauso en la platea, y es por eso, y no por otra cosa, es por lo que siguen ahí y de cuando en vez son rescatados por la memoria de los buenos aficionados.

Me alegro Tonito de que sigas cultivando el arte de la buena escritura y, por consiguiente, el de la buena lectura, pues el uno va con el otro.
Gracias por acordarte de los viejos rockeros que a las órdenes de Gonzalo arrancaron por las canchas de Asturias con aquella defensa zonal que nadie usaba pero que aprendieron a respetar cuando vieron los pocos goles que encajaba y cómo de rápido salía el contragolpe.
Tiempos de Peritos en Gijón. Pedro,Cristóbal, Suso, Benigno, Mestas, Aníbal, José Luis, Pixán, Cadenas, Gari, Ramos...(siempre queda alguno). Tiempo de "contras" electrizantes y lamentos de Gonzalo y su recurrente "como ellos no ataquen no sé cómo vamos a hacer".
Torneo Internacional en Francia, referencia en Marca. El público francés llamando Cantona a Ernesto. La aduana. El Urvisa con estrellas que no eran capaces de superar la defensa a ultranza.
Tiempos de "David, eres el capitán y punto. Tienes que controlar a Pedro y Suso, y tapar las subidas de Maxi y las coberturas a Ania y camelar al árbitro".
Menos mal que, además no me mandaba jugar bien.
Despues vinieron otros y mantuvieron el espíritu. A mí me dejaron seguir jugando con ellos hasta casi los 50. Eran buena gente.
A principio de septiembre tiene que haber ansiedad de entrenar y de jugar, no dejéis que mueran los sueños. Cuando ya tenía tantos años que no quiero ni nombrar y daban las dos de la tarde, la comida no quería entrar por los nervios de acudir al Poli, que solía estar lleno. Qué alegría saltar y ver a la gente esperando para disfrutar con nuestro futbol-sala.¡Qué nervios! ¡Qué satisfacción poner el brazalete de capitán para representar a un equipo temido, aguerrido, difícil, respetado, respetuoso, aún hoy recordado.
Eso sí. Los entrenamientos de dos horas extenuantes.
¡Que no muera!
Me alegro, Tono, de haber alegrado tus tardes de sábado.
Las mías eran felices jugando y viendo a aquella gente disfrutar.
Como tenía ganas de darte las gracias por tu esfuerzo me he animado.
Otro día contaremos más anécdotas a estas horas de los noctámbulos.
Dijo Scott Fitzerald que "en la noche oscura del alma son siempre las tres de la madrugada".
Gran verdad, pero el fútbol en buena compañía ayuda a sobrellevarlo.

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