La Sexta es una cadena de televisión generalista que programa los partidos de la Liga BBVA y también es el número de finales de Copa de Europa (1 de Copa de Europa y 5 de Liga de Campeones para los ortodoxos) que verán estos ojos afortunados cuando el próximo 28 de mayo el F.C. Barcelona y el Manchester United salten al terreno de juego del nuevo Estadio de Wembley.
¡Qué levante la mano el que pueda decir algo parecido¡
La cosa arrancó torcida en el Ramón Sánchez Pizjuán de Sevilla un 7 de mayo de 1986. Esa noche, con la Bombonera de Nervión entregada a la causa barcelonista, Bernardo Schuster demostró que todo lo que tenía de virtuoso con el balón en los pies lo tenía también de mal compañero. Al poco de ser sustituído cogió las de Villadiego y no vio como el equipo de Terry Venables, el de la presión a toda cancha, se estrellaba contra los guantes de Helmuth Duckadam. Allí conocimos a Lacatus, Piturca, Balint y Belodedici.
Luego vino lo de Londres, el 20 de mayo de 1992. "Ella dijo sí" fue el titular en el suplemento de la revista Época. Corría el minuto 111 del la prolongación cuando el que escribe voló literalmente sobre la mesa del salón de Santa Catalina. A las 22:31 horas de la noche, no lo olvidaré nunca, Ronald Koeman ajustó la pelota entre el guante de Pagliuca y la madera derecha de la portería de la Sampdoria. Para el recuerdo quedó el "Salgan y disfruten" con el que Johan Cruyff despachó la charla previa al encuentro. Imposible también es olvidar que para llegar a ponerse delante de los Vialli, Cerezo o Mancini tuvo que obrarse un milagro en Kaiserslautern.
La siguiente, en 1994, puso muy a mano el chiste fácil: "Tragedia griega". Recuerdo que ese 4-0 del Milán de Capello en el Olímpico de Atenas se gestó el verano anterior en el viejo Carlos Tartiere de Oviedo. Ese batacazo fue la sentencia para muchos de los que estuvieron allí vestidos de corto. "Se ha terminado un ciclo", apuntilló el entrenador holandés, y antes de entrar el verano empezaron a rodar cabezas. La primera creo recordar que fue la de Zubizarreta y luego Johan perdió la suya para siempre.
Hubo que esperar hasta el 2006, en París, para volver a hincarle el diente a la Orejona. Uno de los nuestros, Thierry Henry, se empeñó en poner las cosas difíciles durante buena parte del partido, pero Jens Lehmann se pasó de frenada como hizo con Torres en la Eurocopa y los goles bajo la lluvia de Eto´o y Belleti permitieron posar otra copa otra más en la vitrina.
Y la última fue la de las lágrimas, por verla en directo, en Roma, donde se jugó el mismo partido que se escenificará a finales de este mes. Otra vez Samuel y, como no, el vuelo de Messi para cazar la asistencia de Xavi son las imágenes de un partido sublime.
Ahora toca volver a Wembley para cerrar el círculo que se inició aquel lejano 20 de mayo de 1992.
Mi marcador particular en el asunto de levantamiento de trofeos está tres a dos, pero esta vez el empate no me vale.
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