Decíamos ayer, que en la última conquista, la Supercopa de Europa, Louis Van Gaal ya había tomado posesión de su cargo en Barcelona. El holandés llegaba con el aval de un par de meneos serios al Real Madrid y una Copa de Europa en la mochila, la del gol de aquel juvenil de piel oscura llamado Patrick Kluivert.
Arrancaba la temporada 1997-1998 que daría con los huesos del Sporting en segunda división, con el Real Madrid otra vez Campeón de Europa y con el F.C. Barcelona haciendo doblete en Liga y Copa. Tarjeta de embarque para la Champions en el año del Centenario de la entidad.
Pero, como en El Corte Inglés, en la Ciudad Condal empezó una especie de primavera que hacía florecer tulipanes en cualquier esquina. En esas estábamos, cuando llegó un chasco mayúsculo en la Copa de Europa: en un grupo con el Manchester y el Bayern el equipo se despide prematuramente de la final que estaba apalabrada en el Camp Nou. Sirvió de consuelo la segunda liga consecutiva que permitía a Van Gaal intentar nuevamente atrapar a Ernst Happel. Ese curso 99-00 fue inolvidable y quedará para la historia: el fútbol español colocó tres equipos en las semifinales y el Valencia se encargaría de apear a los catalanes del sueño. En la final, jugada un día como hoy en el Stade de France de París, el Real Madrid alzó la Octava.
Después de aquí la nada, o mejor dicho, la travesía del desierto a lomo de los camellos del rey Gaspar. La afición culé, como escribió en su día Javier Marías, "se convirtió en una afición inverosímilmente desentendida de la suerte de sus colores". Hasta que el club fue rescatado por un Elefante Azul y el equipo de fútbol revivió por culpa de dos caprichos: el primero del vicepresidente de entonces, Sandro Rosell, que se trajo puesto de Nike a Ronaldinho Gaucho, y el segundo del recién presidente Jan Laporta, que compró la parte del pase de Samuel Eto´o al RCD Mallorca para obligar al Madrid a vender. Sin embargo, el mejor trabajo de todos lo hizo Txiki Begiristain que salió de compras con un gusto tan exquisito como el que tenía para acariciar la pelota. Suyas fueron las contrataciones de Márquez, Belletti, Gio, Giuly, Deco, Edmilson o Larsson. De ahí a reinar en Europa sólo había un paso.
COPA DE EUROPA 2005-2006: F.C. Barcelona 2-1 Arsenal
Con Rijkaard en el banquillo, el F.C. Barcelona ganó la liga con holgura (ese año Pinto fue Trofeo Zamora con el R.C. Celta) e iba a por el doblete en París. Pero antes ocurrió lo de Milán. Allí, en el majestuoso San Siro, Ronaldinho sacó toda la magia para convertir una pelota que era nada en una asistencia prodigiosa que Giuly mandó a dormir en la portería de Dida.
Y en París, bajo la lluvia, apareció Henrik Larsson para construir dos paredes que el Chacal y Belletti alojaron en la meta de Manuel Almunia.
SUPERCOPA 2006: F.C. Barcelona 0-3 Sevilla F.C.
Dos equipos españoles se veían las caras en el Estadio Luis II de Mónaco: el Barcelona como Campeón de Europa y el Sevilla como Campeón de la Copa de la UEFA. El equipo hispalense de Juande Ramos apabulló al campeón continental y con goles de Renato, Kanouté y Maresca se hizo con el trofeo por primera vez en su historia. Ese equipo posiblemente sea irrepetible: Palop, Alves, Navas, Poulsen, Luis Fabiano, Adriano, etc. Esos hombres llevaron al Sevilla a tocar el cielo. El último gol, de Enzo Maresca, fue un penalti de Puyol al recordado dorsal 16 Antonio Puerta.
MUNDIAL DE CLUBES 2006: F.C. Barcelona 0-1 Internacional de Porto Alegre
Después del varapalo en Mónaco, el Barcelona volvía a Japón para jugar el irónicamente llamado Mundial de Clubes. Separado el polvo de la paja, la previsible final se hizo realidad y hubo que pelear el título ante el Campeón de la Libertadores, el Inter de Porto Alegre. A su archienemigo, el Gremio, le había comprado los derechos de Ronaldinho el PSG, por lo que era un partido especial para el crack brasileño. Los Colorados eran prácticamente unos desconocidos y el Barcelona pensó que ganaría sin bajarse del autobús, o del avión, para ser más exactos. Craso error. El gol de Adriano a poco del final dejó sin poder de reacción a los hombres de Frank Rijkaard. Allí vimos por primera vez a Alexandre Pato y allí también adquirió una medianía el Atlético de Madrid: Fabiano Eller.
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