Piru Gainza se lo trajo al Athletic, pero el primero que públicamente arrojó luz sobre sus cualidades fue otra institución del fútbol español, Telmo Zarra: “Este chaval es muy listo”.
Corría el año 1968 y El Rey del Gol se refería a un rubio menudo de apenas 18 años que empezaba a discutirle tanto la titularidad a Uriarte en la banda de San Mamés que terminó por desplazarlo al lateral derecho del ataque bilbaíno. Después formaría junto a Txetxu Rojo un ala izquierda temible en todo el fútbol español. La tribuna de preferencia de La Catedral empezó a llamarle Bobby Charlton: “Fue de repente. El año pasado, cuando este fenómeno inglés estaba de moda con los partidos de España contra Inglaterra, y del Real Madrid contra el Manchester United, me empezaron a llamar así.” En poco tiempo se había convertido en el ídolo de una de las aficiones más exigentes de España. Su pase largo y preciso y su despliegue físico (“Yo necesito más de siete campos para jugar”, llegó a decir en una ocasión) le hacían un jugador distinto. Iba para aparejador pero lo aparcó todo para ser figura en esto de la pelota: “Mi padre siempre ha tenido confianza en mí y me ha dejado tomar decisiones, en esto de los estudios y el fútbol, con toda libertad. El fútbol también es algo muy serio cuando uno se propone ser un buen profesional.”
El muchacho, internacional juvenil por España en dos ocasiones (ambas contra Alemania), tenía un futuro prometedor “porque de juvenil sólo recuerdo una lesión: fue el año pasado cuando sufrí un esguince al enfrentarme a los alemanes”.
La llamada de los sub-23 de Kubala con tan sólo 19 primaveras no vino si no a corroborar las proféticas palabras de Zarra. Sin embargo, en una tarde de domingo rara, como la de la canción de Amaral, con lluvia y barro en la Creu Alta de Sabadell, una entrada de Marañón (doble fractura de tibia y pérone) le retiró para siempre del fútbol.
El 23 de noviembre de 1969, Javier Clemente Lázaro, El pulmones, natural de Barakaldo, interior izquierdo de calidad poco estilada hasta la fecha por El Botxo, empezó a ver como se alejaba el tren del deporte por el que lo había dejado todo en la vida.
Fueron poco más de 56 partidos oficiales con el Athletic Club de Bilbao los que disputó aquel mozo ordenado y con aires británicos, que hoy en día, en palabras del Jonan y el Txori, sería el puto amo de Baraka.
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