La primera televisión en color que entró en casa era una Telefunken que tenía la tira de botones. Gracias a ella pude contemplar una de las mayores aberraciones de la historia del Séptimo Arte que parecía haber sido ideada por una mente tan retorcida como la del cineasta Joseph Goebbles. Fue en el año 1989 y tenía lugar cada martes cuando Televisión Española decidió programar en Sesión de Noche el pase de algunas joyas del celuloide, como Capitanes Intrépidos, Objetivo Birmania o El Sueño Eterno en formato coloreado digitalmente.
Nunca olvidaré a ese Errol Flynn tan verde como el Alfredo Landa del Destape, ni a Spencer Tracy muriendo en un mar de azulete de piscina olímpica.
Esta mañana, charlando con un amigo, volvimos a acordarnos de la marca de radios y televisores alemana, pero lo hicimos por un motivo muy distinto.
Recordábamos el día que nos encontramos con Pep Bassas, Campeón de España de Rallies en 1989, por las calles de Cangas del Narcea.
Fue el sábado al finalizar el Rally de Tierra y estaba en la puerta del Caribe departiendo con Chus Puras, que había sido descalificado por hacer algunas trampas infantiles con los neumáticos.
Nos reímos recordando el momento en el que yo, sin el menor rubor, interrumpí aquella charla de amigos diciendo "Pep, tú sí que eras el puto amo. Hasta que no os retirasteis Carlos Sainz y tú, éste no empezó a ganar algo".
No dijo nada, pero la cara de Puras mientras le apuntaba con el dedo no la olvidaré nunca.
Esa devoción casi mística por el piloto de Seva la traigo yo de mi época de cunetero, cuando junto a mi padre madrugábamos de manera casi indecente para comer de bocadillo en cualquier recóndita carretera de Asturias esperando a que pasaran los coches de carreras.
Una de esas excursiones ralistas en 1988 nos dejó en Oviedo al pie del mítico tramo urbano que rodeaba el Estadio Carlos Tartiere. Allí estaban Alessandro Fiorio con su Lancia Delta, Carlos Sáinz con el Sierra , Borja Moratal todavía con el Corsita, pero sobre todos estaba Pep Bassas con el BMW M3 azul y blanco patrocinado por Telefunken. Aquel era El Coche de Rally Más Bonito del Mundo (con permiso del Lancia Stratos de Sandro Munari,claro).
Pero la historia, siempre caprichosa, a veces da bofetadas a mano abierta que destrozan cualquier recuerdo por bonito que este sea.
A mí me pasó el otro día cuando decidí ir al cine a ver Malditos Bastardos.
Parece mentira que Tarantino pudiera crear una parodia tan disparatada con personajes tan repugnantes como Hitler y Goebbels. Me gustó sobre manera que hubiese elegido un cine para darles matarile.
Este último, como Ministro de Propaganda, era capaz de utilizar cualquier cosa, incluso a su esposa Magda, para publicitar las bondades del nacionalsocialismo. Hasta que mordió la famosa cápsula de veneno, esa mujer llenaría las páginas de las revistas femeninas con su imagen siempre impecable.
Su marido cuidaba todos los detalles de la dama que había recibido la Cruz de Honor de la Madre Alemana, e incluso le buscó un trabajo simbólico para dar ejemplo de buena esposa y comprometida nacionalsocialista. Podía haber sido en cualquier otro lugar, pero joder, el trabajito aquel tuvieron que ir a escogerlo en la factoría de la Telefunken.
¡¡¡Malditos bastardos¡¡¡
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