Han pasado ya unos cuantos años desde que Pedro Bareta, entonces colega y ahora primo político, nos llevó (engañados) a todos los que compartíamos pandilla a un concierto de Los Secretos. Fue en la Sala Quattro de Avilés y, si la memoria no me falla (tengo aquí mismo el boleto), creo recordar que bien entrados en marzo del año 1994. Allí estuvimos Jano Dupont, Liri, mi prima Susa (entonces novia y hoy esposa y madre de los vástagos del instigador de la emboscada) y un servidor. Desde ese día, y con unos cuántos conciertos más a cuestas, puedo asegurar que el grupo madrileño se ha convertido en uno de mis favoritos. Allí disfruté por primera y última vez de la voz agrietada de Enrique Urquijo, el hombre para el que se inventó la palabra tristeza.
Al contrario que ocurre con otros grupos o cantantes, léase El Canto del Loco, Loquillo, Calamaro o Sabina, a los que cualquiera que se asome a un periódico o al televisor les puede poner una camiseta, los hermanos Urquijo y su banda jamás han dado un pista sobre sus filias y sus fobias en torno al mundo del balón. Lógicamente, siendo nacidos en la capital de España y cantándole al desengaño y al desamor en la mayoría de sus letras, uno puede deducir que al menos deben sentir simpatías por el colchonero del Atlético de Madrid. Craso error. El atracón de clásicos me sacó de dudas. Alvaro Urquijo, el pequeño de los hermanos y ahora alma mater del grupo junto a Ramón Arroyo y Jesús Redondo, desveló en El Mundo (Jesús Robles, 16/04/2011) el secreto mejor guardado para los incondicionales como yo de su música y del fútbol. Primero aclara que “no se ve a sí mismo como el típico aficionado que se corta las venas", para luego soltarse el pelo afirmando que le gustaría hacer un tema que hablase de "la parte del fútbol que no se ve, la del futbolista triste, solo y al que nadie hace caso. La letra igual no hablaría de deporte, pero si se le buscase un doble sentido, reflejaría el afán de superación o el valor para llegar a determinada cota. Tengo un amigo cuyo hermano se lesionó estando en el Valladolid y ha visto truncada su carrera".
También tiene palabras para su ídolo, Zinedine Zidane: "Puedo ver una y otra vez sus jugadas sin cansarme. Era un tío elegante y que nunca perdió los papeles... salvo en la final del Mundial".
Y como la cosa iba de clásicos, también tuvo palabras para el F.C. Barcelona y su despliegue futbolístico: "Es muy bonito, pero termina siendo un poco aburrido".
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